jueves, 28 de febrero de 2013

Lo perverso en la sexualidad infantil

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" Todo es question de Voluntad. Aqui donde me ve, yo me Fumaba mis 2 atados diarios. "El punto en el que convergen lo denominado perverso y la infancia es uno: la sexualidad. Una de las aportaciones más controvertidas de Freud, cuando aún el psicoanálisis no se llamaba así, fue postular que ya desde la infancia existía una actividad sexual importante (tanto psíquica como conductual); descubrimiento que por cierto, no fue hecho de la observación directa de niños, sino más bien deducido a partir de las comunicaciones que sus pacientes neuróticos le hacían.
Al principio, el niño encuentra la satisfacción sexual en su propio cuerpo (autoerotismo); no requiere de otro para proveerse placer sexual; además, cada zona erogenizada (la oral, la anal, la genital y el cuerpo en general) exige para sí satisfacción y placer independientes (condición perversa) con igual importancia. Con la llegada del Complejo edípico y los temores de castración, las pulsiones sexuales se dirigen al padre del sexo opuesto (condición incestuosa), mientras que las hostiles se dirigen al padre del mismo sexo.
Lo que sucede con estas pulsiones, llegada la adultez, es que se organizan favoreciendo la primacía genital (dado que ya los órganos genitales están listos para la reproducción) y se dirigen a personas fuera del círculo familiar (la prohibición del incesto) transformadas en aprecio, ternura y amor. La sexualidad adulta normal se caracteriza, al contrario de la infantil, por la búsqueda de otro para la satisfacción sexual, por la certeza de que el placer máximo es alcanzado mediante los genitales, y por la búsqueda de objetos de amor fuera del espectro familiar (no obstante, siempre quedan vestigios de la organización perversa en todo adulto). Cuando no aparecen estas características, la sexualidad puede manifestarse de dos maneras antagónicas: la perversión propiamente dicha, o las neurosis.
En el niño lo perverso es lo normal. Ambas sexualidades adultas, la perversa y la normal, surgen de la sexualidad infantil. Por eso, quizás, habría que tener muy presente lo que Freud escribe en el último prólogo que hizo a sus tres ensayos:
Si los hombres supieran aprender de la observación directa de los niños, estos tres ensayos podrían no haberse escrito.”
El hecho de que alguien nos tenga que explicar algo que conocemos, algo por lo que todos hemos pasado, algo que reprimimos, sólo confirma nuestra condición neurótica.
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

jueves, 21 de febrero de 2013

Narcisismo de grupo

Hace algunos meses, al inicio de una sesión clínica, un paciente y yo charlábamos sobre futbol, específicamente sobre futbol mexicano. En eso estábamos cuando le hice la pregunta obligada: “¿y usted, a qué equipo le va?”, y él me respondió: “al mejor de todos, a los Pumas”.
Esta respuesta me hizo pensar en un concepto que Fromm propone cuando explica el fenómeno del narcisismo: el narcisismo de grupo. El narcisismo de grupo no es otra cosa que el convencimiento pleno de que todos (o alguno de) los grupos a los que se pertenece (familia, nación, religión, etc.)  son mejores que los demás.
Es recurrente toparnos con afirmaciones que denotan cómo una personalidad narcisista pretende bañar con su aura a todo lo que está cerca de él. Lo peligroso de esto es que, recordando una de las características de este trastorno de personalidad, al narcisista le genera malestar no ser el centro de atención, no ser lo más importante y, en este caso, que su grupo no sea el mejor; lo cual, en casos graves, podría desembocar en delirios como el del nacismo alemán (o como el de los que se creen con el derecho de obstaculizar la dinámica social al defender sus convicciones).
Elegimos hacernos miembros de un grupo, el que sea, a partir de cuestiones inconscientes a las que no se accede fácilmente. Jamás se elige un grupo porque ése sea el mejor. La elección de un grupo tiene mayor tonalidad afectiva que racional.
La virtud es inocultable para quien la posee; la atención exagerada hacia las virtudes propias es narcisismo. En ese tenor nos movemos y ésa es nuestra naturaleza; pero habrá que hacer un esfuerzo por observarnos cuando hablamos de nosotros y de nuestros grupos, ya que, a fin de cuentas, cada vez que pretendemos ensalzar lo “bueno” que encontramos en éstos, sólo hacemos evidente lo mermado de la estima que nos tenemos a nosotros mismos a niveles más profundos.
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez

jueves, 14 de febrero de 2013

El amor y la amistad

Siempre he pensado que es sólo un detalle el que diferencia al amor de la amistad: la búsqueda consciente y consumación del intercambio sexual (genital, corporal) que sólo aparece en el primero. Fuera de eso, dichos fenómenos son bastante similares; y cómo no, si ambos tienen su origen en el mismo hecho.
La primera experiencia de algo parecido al amor y la amistad en la vida, es la relación que el niño entabla con sus padres, experiencia que es vivida por él con gran intensidad en su travesía por el Complejo edípico: por un lado se ama a la madre, sin embargo se aprende a reprimir el deseo sexual hacia ella, y por el otro se odia al padre (al mismo tiempo que se le admira) y se aprende a reprimir el deseo homicida hacia él. Es en ese momento, digámoslo así, cuando nuestros instintos reciben su primera y más importante lección de ingreso a lo social. A partir de ahí, y como producto de esas represiones, es que aprendemos a amar (entablar una relación heterosexual sin la búsqueda inmediata del intercambio genital, incestuoso y perverso) y a ser amistosos (entablar relaciones homosexuales y heterosexuales haciendo a un lado, simultáneamente, la búsqueda del intercambio genital, incestuoso y perverso, y el deseo homicida hacia los demás).
Es éste el origen de dos de los sentimientos más celebrados por la gente; y es justo que nosotros, la gente, nos interesemos más en saber de dónde provienen algunas de las cuestiones que, por la apatía generalizada a las cuestiones psicológicas (resistencia), damos por hecho automáticamente.
Feliz día del amor y la amistad.
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

jueves, 7 de febrero de 2013

La escisión y su utilidad frente a la insoportable ambivalencia del objeto

Según un diccionario encontrado en internet, “escisión” quiere decir: separación, ruptura, división. El interés por esta palabra se debe a que con ella fue nombrado uno de los mecanismos defensivos más interesantes, por lo menos para el que escribe, dentro del campo psicoanalítico.
La escisión es, como todos los mecanismos de defensa, una herramienta inconsciente empleada por el Yo con el objetivo de alcanzar la adaptación al medio ambiente, a la realidad externa. Específicamente, este mecanismo logra que, ante la complicación de asimilar un objeto con sus características “buenas” y “malas”, éste es divido psíquicamente en dos partes, de las cuales, cada una representa a uno de los polos opuestos en cuestión. Por ejemplo, el niño que no es capaz de imaginar que su madre es “buena” y  “mala” a la vez, puede depositar en ella todos los sentimientos amorosos  (cariño, atracción, atención, etc.) y en el padre, o en la maestra, o en la abuela, todos los sentimientos destructivos (hostilidad, odio, miedo, etc.), o viceversa.
No obstante, el mecanismo de la escisión es fácilmente observable también en el adulto, y me parece que un buen ejemplo de éllo es la siguiente anécdota que ahora comparto para concluir.
Una psicoanalista en formación compartía, en un seminario,  que en su última fiesta de cumpleaños le habían robado su celular nuevo. Frente a la pregunta de si sabía quién había sido, o si sospechaba de alguien, ella se limitó a responder:
“No sé quién fue, había muchísima gente; pero de algo sí estoy segura: no fue ninguno de mis amigos, yo meto las manos al fuego por mis invitados. Fue alguno de los colados que los acompañaban.”
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.