jueves, 11 de diciembre de 2014

Crisis y psicología*

El presente trabajo ha surgido de la revisión del texto Modelo de intervención en crisis: en busca de la resiliencia personal (2010) elaborado por Lourdes María Fernández Márquez. En dicho trabajo, la autora nos propone un marco teórico que sin duda favorece la comprensión de la propuesta de intervención que nos hace. Retoma ideas de diferentes modelos para explicar, en la primera parte, cómo pueden definirse crisis, intervención en crisis y resiliencia. Partiendo de que sin duda, la intervención en crisis ha sido tomada oficialmente como modelo de intervención en varios países([1]), nos permitiremos hacer un análisis que consideramos oportuno respecto de la manera en que, hoy por hoy, es pensada una crisis, y la viabilidad y fundamento de un modelo psicológico que brinde intervención de resultados inmediatos.
Sobre lo que a continuación diremos no pretendemos ser definitivos; pero sin duda tenemos una postura que intentaremos fundamentar. Si de estas líneas se desprende que alguien tenga una nueva óptica, aunque sea para desecharla más tarde y tras un justo escrutinio, nos podremos dar por bien servidos.
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez







[1] En México es este tipo de intervención, junto con los modelos cognitivos-conductuales, los que se proponen en los protocolos oficiales en la Secretaría de Salud y en las Normas Oficiales Mexicanas, como la NOM-028 (referente a la intervención psicológica en adicciones), y la NOM-046 (referente a la intervención psicológica en casos de violencia familiar y de género).

*El texto completo se encuentra disponible en http://es.scribd.com/doc/249878139/Crisis-y-Psicologia#logout, en http://issuu.com/juanjoserl/docs/5_crisis_y_psicolog__a.docx, y en http://es.slideshare.net/JuanJosRicrdezLpez/crisis-y-psicologa

jueves, 13 de noviembre de 2014

El encuentro con el Límite*

El Tomo I del texto La entrevista clínica (Othmer & Othmer, 2003), denominado Fundamentos, ofrece al lector interesado en la práctica clínica de la psicología, herramientas técnicas para sacar el mejor provecho de ese primer encuentro entre un profesional y su paciente: la entrevista.

En el Tomo II del mismo texto, denominado El paciente difícil se ofrecen de una manera detallada, advertencias y estrategias sobre el contacto que en la entrevista surge a partir del trastorno específico del entrevistado. No obstante, ya desde el primer Tomo (que es el que ha motivado el presente trabajo) los autores comparten características y consejos sobre cómo implementar la entrevista tomando en cuenta las características de los pacientes con trastornos. Por ser el Trastorno Límite de la personalidad el que presenta características sociosintónicas más marcadas (según opina quien ahora escribe), hemos partido de lo dicho por los Othmer en el segundo Tomo de su texto para ofrecer nuestra propuesta al respecto de la entrevista con el paciente Límite.
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

*El texto completo se encuentra disponible en
http://es.scribd.com/doc/246470974/El-encuentro-con-el-Limite#logout
http://issuu.com/juanjoserl/docs/4_el_encuentro_con_el_l__mite.docx
http://es.slideshare.net/JuanJosRicrdezLpez/el-encuentro-con-el-lmite

jueves, 23 de octubre de 2014

La interpretación de los sueños: de la develación de deseos reprimidos a la clarificación de los estados mentales*

El Curso básico de psicoanálisis (2005) de A. Tallaferro es un texto imperdible para cualquier persona que desee iniciarse en la comprensión del psicoanálisis. La sencillez del lenguaje empleado en la explicación de los fundamentos teóricos más importantes, permiten al lector iniciado en estos temas (al igual que al experto, puedo imaginar) no perder de vista el objetivo de la disciplina científica creada por Sigmund Freud: enterar al hombre del funcionamiento de su mente.
El gran mérito de Tallaferro es la valentía y lucidez mostradas para fundamentar el argumento de que, definitivamente, el psicoanálisis es parte de la medicina y la psiquiatría (2005), y que el saber psicoanalítico fortalecerá este tipo de prácticas.

Centramos nuestra atención, a partir de lo anterior, en la explicación ofrecida en el Curso básico del psicoanálisis (2005) sobre los sueños, y resaltamos el valor de una explicación completa y accesible para un tema tan complejo y que genera tanta suspicacia entre la gente de ciencia, que prefiere tomar al sueño como un fenómeno orgánico más que como uno mental. “Los sueños, sueños son”, y como todo lo que es, el sueño dice algo. Tallaferro nos ha instruido en el método que, desde hace 114 años, ha intentado escuchar lo que se dice; incluso en un sueño. 
Hasta el próximo jueves. 

Psic. Juan José Ricárdez.

*El texto completo se enceuntra disponible en https://es.scribd.com/doc/244122838/3-La-interpretacion-de-los-suenos-de-la-develacion-de-deseos-reprimidos-a-la-clarificacion-de-los-estados-mentales-docx#logout y en http://issuu.com/juanjoserl/docs/3_la_interpretaci__n_de_los_sue__os

jueves, 9 de octubre de 2014

Sobre la asociación libre como técnica de entrevista*

El presente trabajo ha sido elaborado a partir de la revisión del segundo tomo del texto La entrevista clínica, titulado El paciente difícil (Othmer & Othmer, 2003). Nos ha resultado particularmente interesante la descripción que en él se hace del empleo de la técnica “asociación libre” como medio de entrevista en pacientes que presentan disociación. 

Derivado de éllo, hemos vertido nuestras consideraciones centrándonos en este asunto. Si bien las páginas siguientes pretenden explicar lo más completamente posible nuestra postura con respecto a la propuesta técnica que el libro propone; podemos anunciar desde ya que consideramos importante que la asociación libre sea implementada exclusivamente en las sesiones de tratamiento, una vez que el encuadre esté sólidamente establecido y siempre hasta que la(s) sesión(es) de entrevista hayan concluido. Sobre los fundamentos de nuestra postura intentaremos ser claros en lo que sigue.

Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

* El texto completo está disponible en https://es.scribd.com/doc/242412499/2-Sobre-la-asociacion-libre-como-tecnica-de-entrevista-docx y en http://issuu.com/juanjoserl/docs/2_sobre_la_asociaci__n_libre_como_t


jueves, 2 de octubre de 2014

El Loco de ayer y hoy*

Todo texto que pretenda exponer un esbozo histórico de algún tema, tendrá que tener presente que de poco servirá su lectura si ésta no colabora con la comprensión del presente. La locura a través del tiempo (1973) no es un texto académico, sino literario (o por lo menos eso opina quien ahora escribe), por lo cual no tiene pretensiones pedagógicas innecesarias, y más bien expone de una manera sencilla y completa, la manera en que el hombre ha entendido eso que aún hoy se llama Locura, y los empeños que ha desarrollado para hacerle frente a lo largo de la historia.


El presente trabajo parte de la revisión de dicho texto; específicamente en lo concerniente a dos aristas: 1) La imposibilidad definitiva de erradicar la Locura del universo psíquico humano, y 2) la semejanza simbólica de algunos métodos terapéuticos empleados en el pasado y en el presente para el tratamiento de la Locura. Las conjeturas aquí expuestas no pretenden ser piezas definitivas en la comprensión de la Locura; sino un aporte al debate de ideas que, finalmente, siempre enriquece a la investigación psicológica.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.


*Puede revisarse el texto completo en los siguientes enlaces
http://issuu.com/juanjoserl/docs/el_loco_de_ayer_y_hoy.docx
https://es.scribd.com/doc/241698090/El-loco-de-ayer-y-hoy-docx#logout

jueves, 28 de agosto de 2014

Implicaciones psicológicas del alcoholismo (Parte II)**

Segunda parte: implicaciones psicológicas del alcoholismo

En psicología, particularmente desde la perspectiva psicoanalítica, el alcoholismo no es pensado como una enfermedad, sino como un síntoma. El síntoma, entendido como la manifestación conductual, intelectual o emocional de un conflicto que no ha podido ser pensado, requiere ser comprendido y no desaparecido.

Psicológicamente hablando ¿Qué rodea al consumo de alcohol?

Escape de la realidad

“Todos sentimos alguna vez la necesidad de huir de la realidad, o de otro modo no leeríamos nunca una novela, ni iríamos al cine, ni beberíamos un vaso de whisky” (Neill, 2004, p. 201).

Soporte emocional

Las experiencias de los alcohólicos en su niñez, con una madre característicamente sobreprotectora han producido demandas excesivas de consentimiento. La decepción y la frustración de estas necesidades orales desbocan la ira, pero el individuo se siente culpable por sus impulsos hostiles y se castiga en forma masoquista. Necesita que se le consienta de modo excesivo para apaciguar su culpabilidad, estimulando así un círculo vicioso. El alcohol apaga la ira y la decepción y es un sustituto simbólico del afecto. Pero también sirve para vejar a aquellos que le niegan cariño y resulta en una degradación masoquista [Sujetos pasivo-receptivos que no maduran].

Alcohólico tipo patriarcal

Actúa en forma ruda y agresiva pero por dentro le falta autoridad. Si tiene la poca fortuna de casarse con una mujer sádica o destructiva, es fácilmente dominado y se le hace sentir impotente y derrotado. Su impulso de beber se fortalece por su deseo de salir de la casa a beber valor artificial, y recuperar la alegría de vivir.

Alcohólico tipo matriarcal

Se caracteriza por la más intensa fijación en la madre. Permanece soltero y dependiente de una madre que odia a los hombres fuertes y lo trata emocionalmente como niño. Estas madres han criado a sus hijos por sí mismas. Ellas también pueden haber sido educadas en familias sin padre. Con sus hijos, ellas son consentidoras y sádicas, sobreprotectoras, y no toleran la independencia o la desobediencia. Defienden con fiereza a sus hijos del mundo exterior, pero aplastan la iniciativa y la autoconfianza. Ellas exigen lealtad incondicional prohibiéndoles a sus hijos que tengan cualquier relación con otras mujeres, y destruyendo cualquier relación que se pudiera presentar. Constantemente se quejan de tener que alimentar y cuidar a sus hijos mayores, pero sólo están satisfechas cuando estos hombres se quedan en casa con ellas. De este modo, ellas pagan la hombría de sus hijos, y sin embargo constantemente frustran los anhelos receptivos que han estimulado. Estos hombres beben para tener la ilusión de poder y para sentir que pueden satisfacer sus anhelos receptivos.

Lo que ambos tienen en común es: 1) Una imposibilidad para continuar la tradición patriarcal debido a su receptividad y pasividad, su miedo a las mujeres, mezclado con su resignación ante la desesperanza de la vida campesina y 2), el hecho de que ellos no están caracterológicamente orientados hacia la ética de la acumulación material. (Fromm & Maccoby, 1985, pp. 218-237)

Si seguimos sin atender las implicaciones emocionales que acompañan a todo cualquier padecimiento (ya sea como origen o consecuencia del mismo), difícilmente podrán emplearse estrategias de verdadero impacto para su abordaje.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias

American Psychiatric Association (2013) Guía de los criterios diagnósticos del DSM-5. Washington D. C.: American Psychiatric Publishing.

British Medical Journal (2014) Association between alcohol and cardiovascular disease. Recuperado de http://www.bmj.com/content/349/bmj.g4164

Fromm, E. & Maccoby, M. (1985) Sociopsicoanálisis del campesino mexicano. Distrito Federal: Fondo de Cultura Económica.

García, Cruz, Rivas, Sirvent & Villa (2014) Tratamiento de la bidependencia. Recuperado de http://www.psiquiatria.com/adicciones/tratamient%E2%80%8Bo-de-la-bidependen%E2%80%8Bcia/?utm_source=boletines+psiquiatria.com&utm_campaign=276fbb18d9-Boletin_Adicciones_16_07_20147_15_2014&utm_medium=email&utm_term=0_89ad673455-276fbb18d9-69442497.

Neill, A. S. (2004) Summerhill, un punto de vista radical sobre la educación de los niños. Distrito Federal: Fondo de Cultura Económica.


* y **Reseña de participación en el programa radiofónico "Alcoholismo: carrusel de la negación", en julio de 2014.



viernes, 22 de agosto de 2014

Implicaciones psicológicas del alcoholismo (Parte I)*

Primera parte: definición

Trastorno por consumo de alcohol (DSM-5)

Los trastornos relacionados con sustancias abarcan diez clases de drogas distintas: alcohol, cafeína, cannabis, alucinógenos (con categorías separadas para la fenciclidina [o arilciclohexaminas, de acción similar] y otros alucinógenos), inhalantes, opiáceos, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, estimulantes (sustancia anfetamínica, la cocaína y otros estimulantes), tabaco y otras sustancias (o sustancias desconocidas). Estas diez clases no son radicalmente distintas entre sí. Cualquier droga consumida en exceso provoca una activación directa del sistema de recompensa del cerebro que participa en el refuerzo de los comportamientos y la producción de recuerdos. Provocan una activación tan intensa del sistema de recompensa que se ignoran las actividades normales.

A. Un modelo problemático de consumo de alcohol que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos siguientes en un plazo de 12 meses:

1.       Se consume alcohol con frecuencia en cantidades superiores o durante un tiempo más prolongado del previsto.
2.       Existe un deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de alcohol.
3.       Se invierte mucho tiempo en las actividades necesarias para conseguir alcohol, consumirlo o recuperarse de sus efectos.
4.       Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol.
5.       Consumo recurrente de alcohol que lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo, la escuela o el hogar.
6.       Consumo continuado de alcohol a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes o recurrentes, provocados o exacerbados por los efectos del alcohol.
7.       El consumo de alcohol provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales, profesionales o de ocio.
8.       Consumo recurrente de alcohol en situaciones en las que provoca un riesgo físico.
9.       Se continúa con el consumo de alcohol a pesar de saber que se sufre un problema físico o psicológico persistente o recurrente probablemente causado o exacerbado por el alcohol.

10.   Tolerancia, definida por alguno de los siguientes hechos:
a. Una necesidad de consumir cantidades cada vez mayores de alcohol para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
b. Un efecto notablemente reducido tras el consumo continuado de la misma cantidad de alcohol.

11.   Abstinencia, manifestada por alguno de los siguientes hechos:
a. Presencia del síndrome de abstinencia característico del alcohol (véanse los Criterios A y B de la abstinencia de alcohol, págs. 262–263).
b. Se consume alcohol (o alguna sustancia muy similar, como una benzodiacepina) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia. (Apa, 2014, p. 253-261)

Beneficios de dejar de beber alcohol

En concreto, los resultados de su trabajo que publica la revista ‘British Medical Journal’, demostraron que reducir el consumo de alcohol, aunque sea leve, se asocia a un menor riesgo de enfermedad coronaria, un menor índice de masa corporal (IMC) y niveles más bajos de presión arterial. (…) la reducción del consumo de alcohol, incluso para los bebedores moderados, puede provocar una mejora de la salud cardiovascular. (Bmj, 2014)

¿Por qué a pesar de los beneficios (sociales, de salud, etc.) de no consumir alcohol, se continúa consumiendo?


La bidependencia representa una doble dependencia: a sustancias y a personas. Podría definirse como una dependencia sentimental sobreañadida a otra adicción primaria. Afecta más a mujeres y tiene una gran morbilidad, hasta un 70% de adictas con pareja pueden presentarla. De añadidura, supone el primer factor de riesgo de recaída, ya que persiste una vez remitida la adicción, de ahí la importancia crucial de su tratamiento paralelo al puramente adictivo. (García, Cruz, Rivas, Sirvent & Villa, 2014)

Continuamos el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.

jueves, 14 de agosto de 2014

La filosofía como psicología y psicoterapia

La Filosofía, el amor a la sabiduría, no es un ejercicio apto para todos. Los filósofos, aquellos seres que dedican su vida a la investigación de las verdades más profundas empleando como herramientas el raciocinio y el estudio de los otros filósofos, de los científicos y escritores, son muy importantes hoy, y han sido necesarios en cada época de la historia.

Más allá de la manera en que los filósofos han explicado el mundo, quiero hablar un poco, en esta oportunidad, de la manera en que éstos han intentado modificarlo (atendiendo el famoso reclamo de Marx) desde el único punto en que la modificación del mundo es posible: desde el hombre; es decir, desde la faceta psicoterapéutica de la filosofía que, inicialmente apareció como insinuación, y hoy se muestra ya como una práctica consolidada.

Para Epicuro, la filosofía tiene por fin proporcionar la felicidad al hombre librándolo de las preocupaciones. El que sirve a la filosofía alcanza la verdadera felicidad. Por ello, la función de la filosofía es esencialmente curativa: “así como no hay utilidad en la medicina si no logra liberar al cuerpo de la enfermedad, tampoco lo hay en la filosofía si no arroja la enfermedad del alma: vana es la palabra del filósofo que  no sabe aliviar al hombre que sufre.” (Sanabria, 1994, p. 112)

Si atendemos con atención la cita anterior, notamos que la filosofía, entonces, puede ser psicología y psicoterapia (o viceversa). Un exquisito ejemplo de esto es la novela de Yalom El día que Nietzche lloró (2010). En ella se relata el encuentro (ficticio) entre Joseph Breuer y Frederich Nietzche a propósito del malestar del último. La preocupación de una amiga del filósofo (en realidad la depositaria de todo el amor de Nietzche y la fuente de su sufrimiento) por la salud de éste, le hace escribir al prestigiado doctor Breuer para que lo acepte como paciente; pero este encuentro tendrá que parecer todo menos una consulta para Nietzche ya que él, evidentemente, no aceptaría. El encuentro entre los dos genios es tétrico y apasionado; y para no contar la historia y no despegarnos del tema de esta entrada, diremos que a través de estas charlas, y de lo que Breuer va entendiendo del malestar de Nietzche, el médico termina poniendo en juego sus propios conflictos, particularmente el que más fama le daría: sus sentimientos hacia Bertha Poppenheim (Anna O.).

El Breuer de Yalom escribiría en su diario:

Pienso cada vez más en mis charlas con Nietzche; en ocasiones, incluso interrumpen mis fantasías con Bertha. Estas sesiones ahora son el centro de mi vida. Atesoro mi tiempo con voracidad y a menudo estoy tan impaciente que apenas puedo esperar a que llegue el próximo encuentro. (Yalom, 2010, p. 286)

Quien ha tenido oportunidad de hablar con un filósofo (no de título sino un verdadero enamorado e investigador del conocimiento) puede comprender lo que en la novela sucede con Breuer: la visión de estos sabios suele cuestionar las certezas y aliviar las angustias; curar pues. Cuánto se beneficiaría el mundo si, de vez en cuándo, se detuviera a escuchar a los filósofos; pero cuán loco tendría que estar alguien para, en un mundo que va a toda prisa a ningún lado, escaparse del ritmo de la vida y pensar en lo importante… Pues hay locos que lo están haciendo; y no al margen del mundo y sus ritmos, sino desde él.

La “filosofía en consultoría” es una práctica que está llevándose a cabo en algunos lugares de Europa. Quienes explican esta práctica la diferencian de las terapias como el psicoanálisis y la terapia conductual, y del coaching. La principal diferencia entre coaching y la consultoría filosófica radicaría en que, en el primero, el trabajo apuntaría a alcanzar objetivos deseados: el consultante, tras el trabajo con un coach, estría más cerca a su “yo ideal”, mientras que el objetivo de la segunda es

Que el consultante aprenda a pensar, haciéndose explorar de su yo, su pensamiento y el sentido que le mueve a vivir. El filósofo, como experto en el pensamiento, lo acompaña en la búsqueda de su pensamiento propio, siguiendo la técnica socrática de la mayéutica. (Quesada, 2013, p. 38)

Según se comenta en el artículo Aprender a pensar de la revista Filosofía Hoy, la consultoría filosófica está comenzando a ser una práctica implementada en las empresas. El filósofo puede colaborar en el cuestionamiento de la organización y de cómo están haciéndose las cosas.

Es ésta una gran noticia que por lo pronto, en América, sólo podemos mirar de lejos; pero en cambio podemos celebrar el pensamiento, celebrar que aún con todo, los filósofos siguen estando, y sus textos jamás dejarán de ser útiles. Éste, en mi opinión, es un verdadero ejemplo de vanguardia y revolución; todo lo que implica soslayar los laberintos del pensamiento contribuye al deterioro del mundo; pensar en todo, y sobre todo en la dinámica misma del pensamiento, es una aspiración verdaderamente honorable.

La filosofía y psicología comparten un camino complicado que no puede soslayarse, y estará claro el rumbo mientras no olvidemos que, invariablemente, nuestra labor es producto de la responsabilidad que se desprende de la intimidante frase que Sócrates tomó del templo de Apolo en Delfos: “conócete a ti mismo”.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias
Quesada, M. A. (Octubre, 2013) Aprender a pensar. Filosofía Hoy. (23), p. 38.
Sanabria, J. R. (1994) Introducción a la filosofía. Distrito Federal: Porrúa.

Yalom, I. (2010) El día que Nietzche lloró. Buenos Aires: Emecé.

jueves, 7 de agosto de 2014

Los celos: más allá de la razón (II de II)

En su texto de 1922 llamado Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, Freud clasifica en tres grados a los celos: 1º. Celos concurrentes o normales, 2º. Celos proyectados; y 3º. Celos delirantes.

Sobre los primero dirá que son completamente racionales y que su origen se remonta a situaciones actuales; no obstante, tienen su raíces inconscientes en el Complejo de Edipo y en el complejo fraterno; ambos vividos en la infancia. Los celos proyectados, por otro lado, “nacen, tanto en el hombre como en la mujer, de las propias infidelidades del sujeto o del impulso a cometerlas; relegado, por la represión, a lo inconsciente” (Freud, 1983, p. 296) La intensidad de los celos experimentados sería, por consecuencia, proporcional al deseo inconsciente de cometer infidelidad[1]. Lo celos delirantes, por último, son producto de una represión poderosa de los impulsos inconscientes, con lo cual se proyectaría la atracción hacia el rival atribuyéndosela a la pareja. La fórmula sería: “No soy yo quien le ama, es ella” (Freud, 1983, p. 298).

Como en todo lo que tiene que ver con emociones, negarlas o no sentirlas son un síntoma grave. Suele decirse que los celos son signo de inseguridad. Esta visión, tan a la punta de la nariz, me parece peligrosa en un entorno en el que, de por sí, resulta poco aceptado el contacto con las propias emociones. Los celos están más allá de la seguridad o el autoestima; aunque sin duda se dan en ellos ecuaciones narcisísticas, paranoides y afectivas que aquí no abordaremos. Lo importante es saber que los celos son perfectamente normales (si alguien lo duda puede observar a los niños), y que pueden tornarse saludables si a partir de ellos podemos comprender mejor nuestras emociones. ¿En qué consisten, pues, los celos?, Victoria Leal explica artísticamente la postura del celoso:

En eso consisten los celos: en colocarse en el lugar de quien ha perdido el paraíso a causa de otro y que lucha con todos los derechos para volver a él. Al principio lo pierde por instantes recobrables, luego, cada vez dura más y más esa pérdida. Y así de más en más aumenta su tormento. […] Es tragicómico seguir el hilo de la discusión del celoso con su pareja, y ya que ésta tiene las llaves de su paraíso, no habrá manera de que cambie un ápice su razonamiento, menos todavía que deje de ser verdad. Y esa verdad será única, verdadera, infalible, absoluta, inequívoca. (2011, p.74)

El celoso está más allá de la razón, pero sin duda tiene sus razones. Al celoso no hay que castigarlo diciéndole que su autoestima está mermada, o que es débil y por eso se siente así; más bien habrá que entender que la imposición que él hace de su verdad, frente a la verdad objetiva, obedece, seguramente, a una complicación para hacer frente a la ausencia de lo amado. No basta con dar “respuestas racionales” a las ideas producidas por los celos. Las respuestas racionales aspiran a la justicia tras el análisis de la realidad objetiva; los celos son irracionales y no se contentan con la justicia, sino con la solución ilusoria.

El celoso desea eliminar rivales (como el niño que no dibuja al hermano recién nacido en el retrato que hace de su familia); pero, aún eliminando a los rivales objetivos (matándolos por ejemplo), la base emotiva no desaparece[2]. Habrá que entender esta condición, habrá que respetarla y tener claro que, comprendiendo las motivaciones del celoso, seguramente podrán educarse sus reacciones.

Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias

Bollain, I. (2003) Te doy mis ojos. España: Alta Producción, S. L., Producciones La Iguana.
Freud, S. (1983)  Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. Psicopatología de la vida erótica (Teorías sexuales infantiles. Psicología de un caso de homosexualidad femenina y otros ensayos) (pp. 295-308). Distrito Federal: Iztaccíhuatl.
Leal, V. (2011) Ejercicios de escritura. Distrito Federal: Ediciones de la noche.
Ruben, J. (1993) The good son. Estados Unidos: 20 Century Fox.



[1] Hablando de esto en una terapia grupal de pacientes con adicciones, una paciente comentaba: “yo creo que eso es cierto porque yo tenía un novio y no lo dejaba hacer nada y siempre me enojaba con el por celos; pero mientras yo lo engañé muchas veces”.
[2] La película The good son (1993) (curiosamente llamada en español El ángel malvado) puede reflejar lo recientemente dicho. El pequeño protagonista, Henry Evans (Macaulay Culkin), experimenta celos ante la figura de su primo Mark (Elijah Wood) y manifiesta su hostilidad hacia él, y hacia su propia hermana, de modos interesantes. Henry tuvo un hermano que murió ahogado en la tina siendo recién nacido. La historia nos permite descubrir que aquel recién nacido no murió por accidente (por lo cual la madre, única figura de afecto de Henry, se sentía culpable), sino que fue asesinado por Henry. Henry ama a la madre y está dispuesto a eliminar a los rivales que podrían robársela (excepto a su padre, tema que podríamos desarrollar en otra entrada), es decir, a los que le producen celos. El final y su simbolismo no podría haber sido más adecuado: la madre debe decidir salvar la vida a Henry o al primo rival Mark. Henry mató al objeto de sus celos (hermano recién nacido), no obstante, su temor de que alguien robara el amor de la madre no murió con el bebé, sigue ahí, repitiéndose incesantemente, buscando un depositario del temor y la hostilidad.

viernes, 1 de agosto de 2014

Los celos: más allá de la razón (I de II)

Tema bastante manoseado el de esta entrada, por lo cual un nuevo (ni tan nuevo) intento de abordaje no le hará daño a nadie. Hablaremos de los celos, ese sentimiento que siempre aparece entre los amorosos, y que suele dar lugar a enfrentamientos sublimes y sinceros.

¿Qué son los celos? No podría definir claramente si son un sentimiento, una emoción o un estado de ánimo; de cualquier modo, es un estado psíquico de malestar producido por temores de exclusión frente a alguna situación deseada. Los celos siempre aparecen entre una pareja (pa-Reja), pero no sólo en la pareja erótica, sino en cualquier pareja en que participe el ser humano: pareja laboral, pareja amistosa, pareja situacional, etc.

Decíamos que los celos incluyen temores de exclusión: miedo a que alguien (o algo) más ocupe nuestro lugar en una pareja. A partir de estos temores surgen ideas y pensamientos, generalmente irracionales de abandono y de soledad. Un ejemplo ilustrativo de esto es el diálogo que se presente entre Antonio (personaje de la película Te doy mis ojos) y su terapeuta a propósito del malestar que le genera al primero el hecho de que su esposa no le conteste el teléfono:

T. Qué pasa cuando llamas a Pilar y no te contesta.
A. Pues que me pongo de muy mala hostia.
T. Ya sé, pero no es eso lo que te cabrea; lo que te cabrea son los pensamientos que eso te provoca; y eso es lo que vamos a anotar. ¿Qué piensas?
A. Pues que lo ha apagado porque no quiere que sepa dónde está.
T. Y no quiere que lo sepas por…
A. …No sé, no sé, no sé, prefiero no saberlo.
T. ¿Porque te está engañando?... Antonio, si no lo dices no podemos desmontar esa idea. Cómo la desmontamos; nos preguntamos: “¿Está realmente con otro?”; respuesta racional: “que no responda al teléfono no significa, necesariamente, que esté con otro, sino que no puede contestar porque, pues porque está trabajando”. ¿Me sigues?
A. Sí.
T. Venga, ¿qué más piensas?
A. …Que no se acuerda de mí, y que cualquier día conoce a alguien, se fija en otro.
T. A ver, ahora nos preguntamos: “¿Una cosa lleva necesariamente a la otra?”, respuesta racional: “que trate todos los días con hombres no significa que se enamore de ellos”. Coño Antonio, tú en la tienda ves todos los días mujeres y no te vas con ellas. Si no lo haces tú por qué lo va a hacer Pilar.
A. Pues por porque las que van a la tienda a mí no me interesan nada… Es que yo no quiero líos, yo lo único que quiero es una relación normal.
T. ¿Normal?, ¿qué es una relación normal?
A. Normal, lo normal en un matrimonio, no lo sé; que los dos sepan dónde está el otro, y qué hace, qué piensa…
T. Pues si quieres saberlo tendrás que preguntárselo, pero no se trata de controlar, se trata de tener confianza; además, ¿cómo vas a saber lo que hace el otro en todo momento… y lo que piensa? (Bollain, 2003)


La efectividad de estos ejercicios racionales radica, según mi parecer, en que estén acompañados de un trabajo con las emociones; es decir, si el nivel de comprensión que el celoso obtiene de sus celos se queda en el nivel racional (como en el diálogo presentado) y no se acompaña de un análisis de las emociones inherentes, el celoso seguirá en el mismo estado (la escena inmediata al diálogo reproducido, muestra a Antonio espiando a su esposa en su trabajo).

Continuamos el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

jueves, 24 de julio de 2014

El "consejo" en el tratamiento psicológico*

Muchas veces, la búsqueda de un buen consejo para aliviar alguna situación dolorosa es la que empuja a las personas a acercarse al psicólogo. Personalmente, puedo contar a más de diez pacientes que han llegado con la petición inicial de “vengo a que me diga qué hacer” con tal o cuál cosa.

El consejo, sin duda, representa una herramienta de bastante utilidad para la resolución de problemas en la vida cotidiana: escuchar a alguien que ha pasado por una situación problemática similar a la nuestra resulta de un valor inconmensurable. De esto se desprende entonces que para buscar un consejo no hace falta acudir con un profesional, sino con alguien que ha atravesado por situaciones similares a la nuestra: un buen amigo, por ejemplo, o un profesor.
Curiosamente, es por lo anterior que el consejo, más que fomentar un avance en los tratamientos psicológicos, representa un obstáculo para el desarrollo de los mismos si no se emplea responsablemente. El paciente acude al profesional, como se ha dicho al inicio, buscando un consejo, una respuesta, una especie de solución –si se puede inmediata- a una complicación específica. Pero lo que el profesional ofrece no es eso, una respuesta rápida y precisa; lo que realmente ofrece es la oportunidad de que el otro comience un proceso de autoconocimiento genuino que le brinde la posibilidad de hacer frente a los problemas que lo llevan a la terapia, y a los que le esperan durante y al finalizar la misma. El psicólogo es, pues, un acompañante más que un guía, acompañante al que Jung (1985, p. 103) le recuerda: “Sin duda debemos obrar conforme a nuestras mejores convicciones. ¿Pero estamos seguros de que nuestras mejores convicciones son también las mejores para los demás?”.

Esta postura “no directiva” de ciertas escuelas terapéuticas, ha sido uno de los elementos más criticados por algunos profesionales dentro de la psicología[1]; sin embargo, habría que puntualizar que la determinación de “no aconsejar al paciente” se relaciona, de manera importante, y entre otras cosas, con la atención y comprensión del fenómeno denominado transferencia, que Freud (1996, p. 57) explica de la siguiente forma: “En todo tratamiento analítico se establece sin intervención alguna del médico una intensa relación sentimental del paciente con la persona del analista, inexplicable por ninguna circunstancia real. Esta relación puede ser positiva o negativa”. Con respecto a la atención que el profesional debe prestar a esta relación durante el tratamiento, Bleichmar (2008, p. 30) escribe: “a veces el [profesional] no advierte el pleito que el paciente tiene con ella o con él y en lugar de resolver ese pleito le empieza a hablar de sus vínculos cotidianos, creyendo que el paciente lo va a entender.”

El depósito que el paciente hace de sentimientos conscientes e inconscientes en la figura del terapeuta obligan a este último a -antes de emitir algún juicio o consejo con respecto a la(s) problemática(s) que el paciente plantea- comprender y explicar la posición en que el paciente está colocándole. Si el profesional no atiende esta responsabilidad comprensiva e interpretativa de la transferencia, sus consejos no serán más que palabras vacías que el paciente recibirá desde la misma óptica que lo llevó a estar en la situación problemática que expone. Para emitir una “recomendación” al paciente, primero debemos trabajar para que ésta sea  escuchada por él y resuene en algún punto de su psiquismo, y la única manera de lograrlo es mostrándole, previamente, la dinámica con que ese psiquismo ha estado operando.

Es importante mencionar también que el consejo no se descarta del todo en el tratamiento psicológico (por ejemplo cuando éste resulta impostergable para preservar la vida del paciente), pero habría que prescindir de él en el mayor grado posible. Dicho de otro modo, y a manera de conclusión, habría que afirmar que el consejo sólo debe ser utilizado, dentro del marco de un tratamiento psicológico, cuando el profesional está completamente seguro de que: primero, no está depositando en su emisión una emocionalidad producida por sus propios conflictos; segundo, ha analizado e interpretado la transferencia surgida como producto de la interacción clínica con su(s) paciente(s); y tercero, ha analizado los sentimientos conscientes e inconscientes surgidos en él como producto de la interacción clínica con su(s) paciente(s). Aconsejar en la clínica sin tomar en cuenta estos aspectos, resultaría peligroso en el plano emocional, e irresponsable en el profesional.

Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias

Bleichmar N., Goetschy C., Martínez C., y Puig M. (2008) Clínica psicoanalítica: inconsciente y transferencia. México D. F.: Centro ELEIA, Actividades Psicológicas.
Freud, S. (1996) Autobiografía. Madrid: Alianza.

Jung, C. G. (1985) La psicología de la transferencia. México D. F.: Artemisa.

*Artículo publicado en el número 35, año 10 de la revista Espacio universitario, editada por la Universidad Regional del Sureste.




[1] Un ejemplo es el ensayo de Jay Haley (1994) titulado En defensa del psicoanálisis, entre otros que figuran en su libro Las tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos.

jueves, 17 de julio de 2014

La época de lo inmediato

En el más reciente número de la revista Atlas, se puede leer, dentro de la sección cómica (más bien sarcástica)  denominada Mentalísima, un artículo titulado Avances en salud mental en el que, entre otras cosas, se explica una nueva propuesta terapéutica: “Las terapias ultrabreves”. Reproduzco íntegra la pequeña explicación:

En los tiempos venideros nadie quiere pasarse meses hablando de sus conflictos familiares o personales. Las terapias ultrabreves consisten en un encuentro de cinco minutos donde se aplica el Cuestionario del Tío en Situación Social para resolver conflictos. “¿Cómo te llamás? ¿De qué cuadro sos? ¿Tenés novia/o/x? ¿A quién querés más, a mamá o a papá?”. (p. 27)

Esta simpática propuesta hace un señalamiento, como todo lo gracioso, a una verdad que se impone: vivimos la época de lo inmediato.

El sistema capital y los desarrollos tecnológicos han promovido la tendencia humana a la búsqueda de lo inmediato (¿o han sido consecuencia de éllo?). La gente no muestra, en estos días, mucha disposición a esperar, se ha acostumbrado a las respuestas rápidas. Por un lado, la tenencia de dinero genera la ilusión de que se tiene el derecho de comprar lo que uno desee: ropa, comida, empleados, salud, etc.; en el otro sentido, el de la tecnología, es evidente que internet representa la consumación ilusoria de la satisfacción inmediata: la gente puede hacer trámites, revisar cuentas, y hasta procurar su salud al ritmo de un clic. Si internet falla (se alenta en computadoras o celulares) ocurre una hecatombe: los rencores se proyectan, la agresión permea el ambiente (virtual y real), y la omnipotencia soñada recibe un doloroso rasguño[1]. Los sistemas de mensajería indican el momento en que el mensaje ha sido enviado y el momento en que el destinatario lo ha visto; es decir, se evita la incertidumbre común de “¿le habrá llegado mi mensaje?, ¿lo habrá visto?”. Con esta respuesta (falsamente) tranquilizadora, el remitente se siente mejor.


En psicología la dirección no es distinta. Cada vez surgen nuevas alternativas terapéuticas que suelen tener como denominador común el mismo beneficio para sus clientes: la brevedad. Incluso el psicoanálisis (investigación psíquica interminable) ofrece hoy en día modalidades alternativas breves o de plazo fijo[2][3].
Tanto en el ámbito psicológico como para pensar la vida en general cabe preguntarse: ¿la dinámica de lo inmediato es el motor que genera los movimientos del mundo y la humanidad actuales?, ¿o es la consecuencia de que estas generaciones temamos, como nunca antes, a la investigación de lo profundo, de lo esencial, de lo importante? Quisiera saberlo; seguramente tendré que ser paciente.

Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias

Centro Eleia (2012) Video del taller: Intervención en crisis. Imparte: Marisa Madrigal. Recuperado de http://vimeo.com/33139742.

Zurita, M. (2014) Avances en salud mental. Atlas. (2), 27.






[1] En días recientes se ha manifestado en redes sociales una gran preocupación por la que sería, y hoy es, la versión final de la legislación secundaria en materia de radiodifusiones y telecomunicación. Los preocupados cibernautas comentan que la verdadera intención y potestad de esta ley (mejor conocida como Ley Telecom) es la de legalizar la capacidad censuradora del Estado cuando los contenidos (específicamente los de internet) no resulten de su conveniencia. No puedo, ubicado en el contexto de esta entrega, dejar de preguntarme: ¿realmente se teme a la censura, o existe un enojo infantil porque el Estado pretende salpicar de realidad el mundo virtual?; pienso este asunto recurriendo a la analogía del adolescente que se molesta con los papás que hurgan en su alcoba.
[2] Véase en Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica de Coderch, o en Los fundamentos de la técnica psicoanalítica de Etchegoyen, las diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia psicoanalítica; y el método de intervención de emergencia de Fromm-Reichmann en Psicoterapia de emergencia.
[3] “Muchas veces decimos: “¿cómo es que en psicoanálisis podemos hacer intervención en crisis? No, no con el psicoanálisis como técnica que ejercemos como terapeutas, como psicoterapia psicoanalítica, como psicoanalistas; o sea, con esa técnica no; pero sí con los fundamentos teóricos” (Eleia, 2012).

viernes, 4 de julio de 2014

Psicopatología de la vida futbolera: Óliver Átom (Parte III)

Por último habrá que mencionar unas palabras con respecto a la teoría de que, realmente, todo cuanto ocurrió en la serie, ha sido un sueño de Óliver. Si nos pusiéramos empíricos, podríamos descartar enérgicamente esta afirmación ya que no hay evidencia material que demuestre que la versión es verdadera; no obstante, al no ser partidarios de una “ideología de la ciencia” como lo es el empirismo, sólo se nos ocurre preguntarnos: ¿por qué a pesar de no haber evidencia sensible de que la historia de los Súpercampeones fue un sueño de Óliver, no nos atrevemos a negarlo decididamente?, la respuesta es, sencillamente: porque si hubiese sido un sueño todo tendría más sentido.

Recordemos que Freud nos explica que “una vez llevada a cabo la interpretación completa de un sueño se nos revela éste como una realización de deseos” (1981, p. 159).  ¿Qué deseó se significó en el gran sueño de Óliver?, todos los propios de su estructura caracterológica (narcisística-autísitca). Primero, podemos partir de la sensación generalizada entre el público de la serie de que las nociones de tiempo y espacio son decididamente irreales. Mientras Óliver conducía el balón, se daba tiempo de pensar en muchas cosas, recordar, analizar y decidir. Las canchas de futbol de la caricatura tendría que haber tenido dimensiones mucho mayores a las aprobadas por la Fifa[1] si se toma en cuenta la velocidad a que corren los jugadores y el tiempo en que avanzan. Es decir; existe en esta historia, como en el inconsciente revelado en los sueños, una ausencia total de temporalidad y espacialidad; nociones que, en cambio, sí están en la realidad material a la que se accede durante la vigilia.

Un segundo elemento es el protagonismo del soñante. En su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Bettelheim nos explica cómo el niño se identifica con el héroe de los cuentos, identificación que le resulta muy útil para enfrentar la vida cotidiana (1988). En los sueños infantiles, es común escuchar que el niño fabrica una historia de la cual él es el protagonista[2], tal como Óliver lo hace. Si resultara verdad el hecho de que Óliver (el soñante) había perdido las piernas, toma particular importancia el hecho de que el sueño sea, precisamente, uno que trata de éxitos en una actividad en la que estas extremidades son imprescindibles[3]. Según Adler:

el niño nace con un potencial intrínsecamente bueno. Pero existen factores que pueden impedir el desarrollo sano del Sentimiento de Comunidad en el niño. En vez de sentirse aceptado, apreciado y querido, el niño puede llegar a tener la convicción de que vale menos que las demás personas, que es menos querido, menos aceptado, o menos fuerte. Estos factores pueden ser de índole orgánica (una “minusvalía de órgano”), es decir, debido a problemas de salud, a una disminución psíquica o a una discapacidad física. (Oberst, Ibarz y León, 2004, p. 37)

Y para hacer frente al dolor del sentimiento de inferioridad, que es siempre:

un sentimiento doloroso y difícil de tolerar, los humanos tienden no sólo a compensarlo, sino incluso a sobrecompensarlo: (…) Y nace el afán de superioridad, o afán de poder. De modo que el afán de poder, tan asociado con el nombre de Adler, no es algo natural en una persona psicológicamente estable; es la expresión patológica de un individuo que en el fondo se siente inferior, excluido, minusválido. (Oberst et al., 2004, p. 38)
Óliver sobre compensa en su gran sueño y salda sus limitaciones a través del futbol: 1) enfrenta su tendencia autística y consigue conocer gente, interactuar con otros, hacer amigos (y rivales lo cual también es un modo de relacionarse); 2) consigue un desenvolvimiento físico extraordinario, realizando piruetas imposibles para los demás; y 3) se forja un narcisismo robustecido que le impide experimentar el sentimiento original de inferioridad por su discapacidad. Este narcisismo, es simbolizado claramente cuando Óliver brinca a muchos metros de altura, ya que desde ahí ve “hacia abajo” a los demás, y estando arriba, todo se ve “muy pequeño”.

El narcisismo patológico de Óliver es generador también de ansiedades persecutorias representadas por sus rivales, los cuales siempre le observan como alguien a derrotar (algunos más sádicos como Steve); pero particularmente es Andy quien le impacta. Este chido, con una afección cardíaca, paraliza el cuerpo de Óliver; quizás un poco por identificación con una persona de salud disminuida (recordemos que estamos en la hipótesis de que la historia es un sueño), y un poco por temores de la venganza del objeto (más o menos al estilo del Vegano): si lo mato después vendrá a matarme.

Son éstas las consideraciones que hasta el momento podemos compartir; si todo ha sido un sueño hasta ahora, tal vez nunca lo sabremos.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.


Referencias

Bettelheim, B. (1988) Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Distrito Federal: Grijalbo.
Fifa (2012) Reglas de juego. Zúrich: Fédération International de Football Association.
Freud, S. (1981) La interpretación de los sueños I. Distrito Federal: Iztaccíhuatl.
Leal, V. (2011) Ejercicios de escritura. Distrito Federal: Ediciones de la noche.
Oberst U., Ibarz V, y León R. (2004) La psicología individual de Alfred Adler y la Psicosíntesis de Olivér Brachfeld. Revista de Neuro-psiquiatría, 67(1-2), 31-44.
SupercampeonHD1 (2012) Super Campeones Capitulo 001 Audio Latino [Completo]. Recuperado de www.youtube.com/watch?v=O7s-ScCZvGw



[1] Entre 90 y 120 metros de longitud, y entre 45 y 90 metros de anchura. (Fifa, 2012, p. 7)
[2] Una vez, estando en la calle, tuve oportunidad de escuchar a un niño de entre 4 y 5 años contándole este sueño a su padre: “soñé que era mi cumpleaños y que me hacían una fiesta, pero ya sabía que no era mi cumpleaños”. El niño revela su deseo: fiesta, regalos, dulces, crecer, etc.
[3] Aún con las adecuaciones que la Fifa permite a la cancha y reglamento cuando se trata de personas con discapacidad (Fifa, 2012), estrictamente hablando, una persona sin ambas piernas no puede jugar futbol (foot-ball).