Veía hace poco una entrevista a
Arjona en la que él hablaba sobre su canción Ayúdame Freud (1994)[1],
comentando a partir de ella: “yo creo que no hay ningún psicólogo o psiquiatra
que haya emprendido esta carrera con la única afición de buscar la solución de
los problemas de otros; yo creo que han empezado un poquito tratando de
corregir los propios” (2011). Sin duda esta afirmación es compartida por mucha
gente, y sin duda, quienes estamos comprometidos con la labor psicológica,
sabemos que resulta totalmente cierta.
El psicólogo emprende su labor de
ayuda a partir del conocimiento propio; pero ese conocimiento de sí mismo sólo
ha podido alcanzarlo a través del trabajo compartido con un experto que a su
vez ha pasado por un proceso similar (Bloch, 2010, p. 10). Podemos decir ahora,
para resumir, que el psicólogo pone su conflicto psíquico al servicio del otro.
Pero ¿cómo se logra eso?, sólo existe un medio, y es, el autoconocimiento.
Son más peligrosos los psicólogos
que jamás han recibido un tratamiento psicológico (porque aunque parezca
increíble existen), que los que conocen y reconocen sus propias limitaciones y
evitan cierto tipo de pacientes. Que la propia mente sirva de apoyo en el
autoconocimiento del otro no se remite a las dotes intelectuales o a la buena
voluntad del profesional, sino al compromiso ético que implica la humildad de
saberse igual de vulnerable que ese otro que acude en busca de su ayuda[2].
Sólo así se establece un diálogo entre iguales, base de todo encuentro útil y
de toda transformación psíquica.
Hasta el próximo jueves.
Psic. Juan José Ricárdez.
Referencias
Bloch, D. (2010) Para que la bruja no me coma. Fantasía y
miedo de los niños al infanticidio. México D. F.: Siglo veintiuno.
Elyarjona (2011) Ricardo Arjona con Ismael Cala en CNN parte
2…Ely. Recuperado de www.youtube.com/watch?v=AHsJXX7lGHM el 22 de agosto de
2013.
Una forma muy concisa de explicar el por qué es importante para el psicólogo estar en constante proceso terapéutico.
ResponderEliminarSaludos, querido amigo.
Te mando un abrazo kilométrico.