Para continuar (y concluir) con
el tema de la última entrada (pero sin que ésta sea necesariamente una
continuación), reproduciré un extracto de Los
fundamentos de la técnica psicoanalítica (1999) de Etchegoyen en el que se
explica, de manera muy oportuna, lo que sucede con las divergencias surgidas
entre las tres escuelas psicoanalíticas posfreudianas, a partir de la
determinación de la cura en la clínica:
Varían los soportes teóricos y las praxis para alcanzarlos; pero si uno
los compara, se da cuenta inmediatamente de las coincidencias.
Tomemos por ejemplo los criterios de curación de Hartmann, es decir, el
reforzamiento del área libre de conflictos y, consiguientemente, una mejor
adaptación a la realidad, y comparémoslo con lo que dijo Klein cuando afirma
que hay que elaborar las angustias paranoides y depresivas. Puestas así las
cosas, la diferencia es notoria e irreductible. Klein dijo siempre, sin embargo,
siguiendo al Freud de Duelo y melancolía,
que uno de los elementos fundamentales de la posición depresiva es el contacto
con el objeto, es decir, con la realidad. El duelo, decía Freud, consiste en lo
que la realidad nos muestra dolorosamente que el objeto ya no está; y el duelo,
para Klein, consiste en poder aceptar la realidad psíquica y externa como son.
Si bien Hartmann no habla de duelo, su adaptación a la realidad le viene de
Freud. Hartmann y Klein, entonces, tienen que convenir en que un analizado
debería terminar su análisis con un mejor contacto con la realidad que el que
tenía antes de empezar. Tomemos otro criterio, como el de Lacan, por ejemplo,
el acceso al orden simbólico. Lacan siempre se enoja con Hartmann y tiene sus
razones pero no sé si tiene razón. Considerando pedestremente el criterio de
adaptación de Hartmann suena sociológico y es para Lacan repugnante. Yo,
personalmente, tengo muchos desacuerdos con Hartmann pero no lo creo un autor
superficial ni un simple representante del American
way of life. Si uno juzga desapasionadamente lo que dice Lacan cae en la
cuenta de que hay que abandonar el orden imaginario (…) para elaborar un
pensamiento conceptual y abstracto que él llama simbólico. Ese pensamiento es
el que permite el acceso al orden de lo real. Claro que lo real debe ser
distinto que lo real para Hartmann; pero también es innegable que emplean la
misma palabra.
Son sólo ejemplos para mostrar que, sin desconocer la diversidad de las
teorías, hay que ve siempre dónde discrepamos. Un seguidor tan lúcido como
Jacques-Alain Miller piensa que las ideas de Lacan sobre el acceso al orden
simbólico son parecidas a las de Klein sobre la posición depresiva. Porque la
función del psicoanalista, dice Miller, consiste en desaparecer, en no permitir
que la situación imaginaria domine el cuadro; el psicoanalista debe estar
siempre en el lugar del gran Otro. Todo esto tiene que ver, para Miller, y yo
creo que está en la verdad, con la posición depresiva de Melanie Klein y la
pérdida de objeto.
En resumen, si bien el tema de los factores curativos nos lleva
inexorablemente a los problemas teóricos más complicados de nuestra disciplina
y al punto en que las escuelas pueden quedar más enfrentadas, también es cierto
que en la práctica del consultorio hay un acuerdo bastante amplio, que no deja
de ser sorprendente, en cuanto a la evaluación de los progresos del analizado (pp.
581-582)
Sólo queda puntualizar que no se
pretende, con esta serie de entregas, fomentar un eclecticismo barato que nada
aporta a la ética ni a la técnica del psicólogo en su labor clínica. Es más
bien un intento de reafirmar que nadie posee la verdad, pero sí puede elegir el
camino que desee para aproximarse a ella. En psicología una posición plural
alimenta los recursos; pero siempre será importante mantenerse con un marco
teórico definido y operar con las consecuencias técnicas que la elección
teórica conlleve. En eso consiste el método científico y la ética profesional.
Hasta el próximo jueves.
Psic. Juan José Ricárdez.
Referencias
Etchegoyen, R. H. (1999) Los fundamentos de la técnica psicoanalítica.
Buenos Aires: Amorrortu.
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