jueves, 18 de abril de 2013

De qué hablan los sueños

Hace algún tiempo, de camino a una clínica en la que trabajaba, el chofer de dicho centro me dijo, “oiga licenciado, estoy preocupado, fíjese que soñé que se me caía un diente. Eso qué querrá decir”, le respondí que ése era un sueño muy típico y que su simbolismo se relacionaba con una etapa infantil por la que todos atravesamos. Él me dijo, “ah bueno, pero entonces no es nada malo, yo ya estaba preocupándome”.
Esta anécdota denota lo que Freud desarrolla en la introducción de La interpretación de los sueños: que el interés que la humanidad ha mostrado a través de la historia por el fenómeno onírico, evidencia su entendimiento de que el sueño es algo más que una mera casualidad. Incluso, de esta sospecha de que el sueño nos dice algo, surgen charlatanerías como las de los “sueños proféticos”, o las de los famosos libros que ofrecen “significados de sueños”. El sueño habla del soñante, jamás de alguien más.
Freud diría del sueño que es “el guardián del dormir”; pero más allá de la utilidad de soñar para no despertar, el interés psicoanalítico en el sueño se centra en que, a través de él, se puede tener conocimiento de deseos y conflictos inconscientes que de ningún otro modo podrían ser revelados. Su utilidad en la clínica es incalculable; pero la interpretación debe ser llevada a cabo en un contexto terapéutico y bajo normas técnicas específicas.
Para el análisis de un sueño hay que diferenciar dos elementos: el contenido manifiesto, que se refiere a lo quede  nuestro sueño contamos, y el contenido latente, que es el mensaje que se disfraza con la historia de nuestro sueño. La interpretación, entonces, iría del contenido manifiesto al contenido latente. Al destino contrario, es decir, ir del contenido latente al contenido manifiesto, se le denomina trabajo del sueño. Freud, para el análisis de los [sus] sueños, hizo hincapié en la imperante necesidad de que el soñante asocie libremente sobre el sueño que relata. Es decir, que para llevar a cabo la interpretación de un sueño es necesario escuchar lo que el soñante dice de él. Sin esta información, sin estas asociaciones, la interpretación no puede desarrollarse. Es verdad que hay sueños bastante comunes entre las personas (como el de la caída de los dientes) para los que Freud propuso una interpretación generalizada; pero este simbolismo es sólo una de las muchas formas en que el deseo se disfraza para aparecer como algo distinto en el sueño.
“Los sueños nunca son casuales”, como diría Elena Ortiz, y la interpretación ayuda al soñante a pensar los deseos y conflictos que éste esconde. No obstante, hay que recordar que el soñante es quien produce su sueño, entonces él siempre sabe lo que está escondiendo. El objetivo del psicoanálisis, en general, es el mismo que se presenta frente al relato de un sueño: poner en contacto al sujeto con los elementos de su psiquismo que él mismo se oculta; recordando lo que dijera Freud, “el soñante siempre lo sabe, sólo que no sabe que lo sabe.”
Hasta el próximo jueves.

Psic. Juan José Ricárdez.

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