jueves, 6 de marzo de 2014

Psicoterapias de apoyo y psicoterapia psicoanalítica

La psicología es una ciencia que se ocupa del estudio del alma. Como en toda ciencia, este objetivo ha sido configurado, a través del tiempo, desde ópticas muy particulares. De esta dinámica de trabajo se desprende que hoy no puede hablarse de “la psicología”, sino más bien de “las psicologías”. Entendido así, podríamos decir que “una psicología” tiene que incluir tres aspectos para alcanzar su plenitud: una teoría de la mente (o del desarrollo), una teoría de las psicopatologías (o del conflicto psíquico), y un modelo de intervención (técnica psicoterapéutica). Nos ocuparemos, a continuación, de una clasificación inicial en dos grandes grupos que algunos psicoanalistas han propuesto (Coderch, 1990; Etchegoyen, 1999; Ramírez, 2006) para tener alguna luz en lo que a trabajo psicoterapéutico se refiere: las psicoterapias de apoyo y las psicoterapias profundas[1].

Comencemos explicando que la psicoterapia es:

Un tratamiento de naturaleza psicológica que se desarrolla entre un profesional especialista y una persona que precisa ayuda a causa de sus perturbaciones emocionales, se lleva a cabo de acuerdo con una metodología sistematizada y basada en determinados fundamentos teóricos, y tiene como finalidad eliminar o disminuir el sufrimiento y los trastornos del comportamiento derivados de tales alteraciones, a través de la relación interpersonal entre el terapeuta y el paciente. (Coderch, 1990, p. 53)

¿Qué hace pues la diferencia entre una psicoterapia de apoyo y la psicoterapia psicoanalítica?[2], intentaremos responder. En el ejercicio psicoterapéutico como tal, encontramos elementos cuya aparición fortuita o utilización intencional, determinarán, en gran medida, la certeza de que nos encontramos frente a una psicoterapia de apoyo o frente a la psicoanalítica. Estos elementos (Coderch, 1990) son:

a). Sugestión
El terapeuta pretende producir en el paciente determinadas ideas o comportamiento, o, en su defecto, hacer desaparecer ideas o comportamientos ya existentes.

b). Abreacción
Búsqueda de descarga emocional del paciente a través de la verbalización de circunstancias ligadas, consciente o inconscientemente, a hechos perturbadores.

c). Aconsejamiento
Se mezcla con la sugestión. Existen francas indicaciones acerca del camino a seguir por el paciente.
d). Confrontación
El terapeuta intenta dirige la atención del paciente  a conflictos que éste ha perdido de vista en un momento dado. Estos conflictos no son necesariamente de índole inconsciente.
e). Clarificación
Este término se refiere a que el terapeuta podrá trabajar con elementos conscientes y preconscientes de la emocionalidad del paciente.

f). Interpretación
Intervención verbal a través de la cual el terapeuta comparte al paciente las motivaciones inconscientes del comportamiento o las ideas que éste desconocía. La interpretación “señala siempre algo que le pertenece en propiedad al paciente, y de lo que él, sin embargo, no tiene conocimiento” (Etchegoyen, 1999, p. 287).

e). Regresión
Proceso a través del cual el paciente retrocede (no a nivel lineal ni cronológico, además de que no existe sugestión ni aconsejamiento del terapeuta) o reconstruye su historia para alcanzar una mejor comprensión de sí mismo. Este elemento hará su aparición sólo en la psicoterapia psicoanalítica ya que “el diseño de la situación analítica está configurado de manera que promueve regresión” (Ramírez, 2006, p. 133).


 













Otra noción que se impone para tener clara la diferencia entre psicoterapia de apoyo y psicoterapia psicoanalítica es la de los objetivos terapéuticos. Las psicoterapias de apoyo trabajarán decididamente para producir un “cambio” observable y hasta evaluable en el paciente. Para lograr esto emplearán la sugestión y el aconsejamiento.

Podrá decirse, entonces, que el éxito de una psicoterapia de apoyo estará definido en función de qué tanto el paciente se apega al comportamiento o pensamiento (dependiendo del modelo específico de trabajo) que el terapeuta ha planeado para él.
Para la psicoterapia psicoanalítica, en cambio, el éxito no es pensando en función de los cambios observables y evaluables, sino, inicialmente, en la clarificación de los conflictos profundos de la mente (el famoso “hacer consciente lo inconsciente” freudiano), y posteriormente en la búsqueda del desarrollo mental (Ortiz, 2011).

Resultaría ingenuo pretender ofrecer en esta exposición una radiografía completa sobre el modo de operar de las psicoterapias de apoyo y la psicoterapia psicoanalítica; pero consideramos que con lo dicho hasta ahora puede tenerse una noción básica de lo que implica cada una, y sobre todo de las diferencias sustanciales entre ellas.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias

Coderch, J. (1990) Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Barcelona: Herder.
Etchegoyen, R. H. (1999) Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu.
Ortiz, E. (2011) La mente en desarrollo. Distrito Federal: Paidós.
Ramírez, S. (2006) Infancia es destino. Distrito Federal: Siglo veintiuno.








[1] De aquí en adelante tomaremos como representante de éstas últimas a la psicoterapia psicoanalítica.
[2] Es importante aclarar que los psicoanalistas han hecho notar la diferencia que existe entre una psicoterapia psicoanalítica y un psicoanálisis propiamente dicho. Para los fines de este trabajo, nos referiremos a psicoanálisis implícitamente cuando hablemos de psicoterapia psicoanalítica.

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