jueves, 20 de junio de 2013

Leer

¿Por qué leemos? Leer, sin duda, nos pone en contacto con lo que otro tiene que decir, pero sobre todo, con lo que el otro sólo puede decir del modo particular en que lo hace. A este respecto, propongo retomar a Fadanelli cuando explica, frente a una pregunta que le hacen acerca de la “originalidad”, lo que para él es la labor del escritor:

Nosotros [los escritores] no inventamos el lenguaje. Fernando [del Paso] y yo no inventamos el lenguaje. Lo conocemos a través de la lengua de nuestras madres y padres, y a través de la literatura; es decir: no lo dominamos. Quizás mi intención sea hacer una construcción totalmente original del lenguaje en la que digan: "éste es Fadanelli, que ha heredado un lenguaje y lo está utilizando de cierta manera. Éste es Fernando del Paso, que ha heredado un lenguaje y, sin embargo, está construyendo una idea singular del ser".*

Freud dijo alguna vez que “el sueño diurno es la materia bruta de la manifestación poética”, de ahí puede presumirse que, en general, quienes ensayamos la escritura, depositamos en ese discurso gráfico fragmentos de inconsciente cuya simbolización no podría ser llevada a cabo de ninguna otra manera. Expulsamos un poco de locura en cada letra, y permitimos (o suplicamos), al que lee, que sea parte de eso que de nosotros mismos no soportamos (creo que es por eso que hay quien se engancha fácilmente en esos foros de debate escrito, que van desde columnas informativas hasta publicaciones vulgares en redes sociales). Lo escrito mueve algo, pero nunca se sabe qué.

¿Por qué Allan Poe es capaz de despertar en un lector un estado de tensión producido por el suspenso o hasta terror que tan hábilmente desarrolla?, o ¿por qué García Márquez es capaz de hacernos reír a pesar del rostro triste de sus libros?, fácil: porque la palabra es la forma física de lo psíquico, y el buen escritor lo ha descubierto (aunque nunca llegue a tener total control sobre lo que escribe, igual que le sucede al hablante con lo que dice).

Es difícil admirar a algún escritor en estos tiempos en que escribir es una vulgar epidemia; por ende, es difícil también admirar a algún lector cuando pareciera que, frente a esta oferta avasalladora, no queda de otra que leer. Personalmente, juzgo a un buen lector por lo que lee, y no por qué tanto o tan a menudo lo hace. Admiraré a alguien que lea en un año “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” y “Noticias del imperio” (porque hay ingenuos que ven en leer dos libros al año una tragedia), y no al que en el mismo lapso conozca toda la obra de Paulo Cohello o de Dan Brown.

Cada quien lee lo que quiere y qué bueno que así sea; pero jamás dejaré de admirar más a quien no lee, a quien nunca lo hace; y es que, finalmente, ¿no se necesita ser un verdadero cobarde para buscar en los libros las respuestas que están a la mano de quien se atreve a hurgar en la vida cotidiana? Yo creo que así. Por eso respetaré siempre a los valientes que no leen, pero que se atreven a vivir una vida digna de ser escrita.

Hasta el próximo jueves.



Psic. Juan José Ricárdez.


*Video "Increpando a Fadanelli", disponible en Youtube.

2 comentarios:

  1. Gracias, no conocía a Fernando del Paso, y es Paulo Coelho, saludos.

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