jueves, 5 de septiembre de 2013

El papel de la sexualidad en la propuesta freudiana (Parte II)

La segunda teoría de los instintos de Freud, queda definida en 1920 con su texto Más allá del principio del placer. En realidad, más que una segunda teoría de los instintos, la postulación de dos tipos de instintos como son los sexuales y los de muerte (o de amor y odio como los llamaría Klein), no es más que la consolidación de una hipótesis que Freud se planteó a lo largo de su obra a partir de que abandonó su teoría del trauma: la base del conflicto psíquico no tiene su origen exclusivo en la lucha entre realidad interna y la externa; sino que dentro de la propia realidad interna, tiene que presentarse ya, desde el principio, un conflicto que más bien se exterioriza.

Cito para cumplir con el objetivo inicial de esta serie de entradas (que consistía en ubicar el papel real que la sexualidad ha jugado en la propuesta freudiana), una parte de la respuesta de Freud a Einstein durante el famoso intercambio de cartas conocido como ¿Por qué la guerra? (1932), pretendiendo que con esto quede claro que, al igual que en la primera teoría de los instintos, la sexualidad nunca jugó un papel indispensable y mucho menos exclusivo en la segunda teoría freudiana de los instintos; más bien, y eso cabe para la propuesta general, la sexualidad siempre ha representado una cara de la moneda de la realidad interna del ser humano, y si alguien ha querido ponderarla frente a los demás componentes ( llámense instintos de yo, instinto de muerte, realidad externa), no han sido, definitivamente, los psicoanalistas; y mucho menos Sigmund Freud:

Suponemos que los instintos del hombre son sólo de dos tipos: o bien aquéllos que desean mantener y unir –nosotros los llamamos eróticos […] o sexuales en el consciente ensanchamiento del concepto popular de sexualidad- y otros que desean destruir y matar, los cuales englobamos como instintos de agresión o de destrucción. (…) Pero no nos deje usted simplificar esto con la apreciación de buenos y malos. Uno de estos instintos es tan indispensable como el otro: de la acción conjunta y antagónica de ambos nacen los fenómenos de la vida. Pues bien, ahora parece que casi nunca un instinto de un tipo se pueda activar aislado; éste siempre está unido a una cierta cantidad del otro, como nosotros decimos “fusionado”, que modifica su objetivo o que lo hace posible eventualmente mediante su obtención. (1932, p. 129)

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez López.



REFERENCIAS


Consejo Nacional de Ciencia y Desarrollo (1980) ¿Por qué la guerra?. Freud (pp. 119-133) México D. F.: Ciencia y desarrollo

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