jueves, 3 de octubre de 2013

La enseñanza de la sexualidad

La semana pasada se llevaron acabo, por parte de la Secretaría de Salud en México, diversas actividades referentes a procurar la salud en los adolescentes. A estas actividades se les conoce como “Semana Nacional de la Salud del Adolescente”. Desde el lugar en que trabajo, tuve oportunidad de participar en estas actividades a través de la impartición de algunas pláticas en escuelas de nivel superior. El tema que me solicitaron fue “Violencia en el noviazgo”; pero decidí que para hablar de eso, sin duda tendríamos que hablar primero de noviazgo y, obviamente, eso nos remitía a la sexualidad, específicamente a los orígenes psicológicos de la sexualidad y su implicación en la elección de pareja entre los jóvenes.

No reproduciré lo que a ellos les dije; más bien deseo hablar de lo que llamó más mi atención de estos encuentros. Antes de mi participación habló un médico. Él habló sobre la importancia de la planificación familiar y sobre los métodos anticonceptivos que existen. No es un tema nuevo, y tampoco es que sea irrelevante; pero sí pienso, y es lo que generalmente digo cuando me invitan a hablar sobre sexualidad, que la manera en que se enseña y aprendemos sexualidad es sin duda inadecuada.  Lo que aprendemos en la escuela (y en estas conferencias) no es sexualidad, es genitalidad. La restricción de lo sexual a la comprensión de las funciones genitales (sobre todo reproductivas) no es más que una evidencia de la tonalidad represiva de la enseñanza de la sexualidad. No se habla de sexualidad infantil, de desarrollo libidinal, de perversiones, etc.; sólo se habla de la función reproductiva de los genitales (es decir, se omite todo el desarrollo sexual de los 9 ó 10 primeros años), y los más valientes hablan del goce sexual (genital).

No es promover un libertinaje sexual; es más bien entender que una pulsión, la que sea, jamás podrá ser dominada si antes no es pensada y comprendida. Queremos sujetos sexualmente responsable, pero les mentimos diciéndoles que su sexualidad comienza con la pubertad. Ya A. S. Neill lo decía en su famoso Summerhill:

La inclusión de la instrucción sexual en el plan de estudios de la escuela pública ofrece peligrosas oportunidades de estimular, moralizando, la represión sexual. La mera instrucción sexual sugiere una instrucción ceremoniosa y delicada sobre anatomía y fisiología dada por un maestro tímido que teme que el asunto de deslice hacia el territorio de lo prohibido. (2004, p. 184)

Yo propondría cambiarle el nombre a este tipo de enseñanza: que se llame instrucción genital o enseñanza represiva de la sexualidad. A ver cuándo los planes de estudio comienzan a centrarse en lo importante.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez


Referencias


Neill, A. S. (2004) Summerhill, un punto de vista radical sobre la educación de los niños. México D. F.: Fondo de cultura económica

No hay comentarios:

Publicar un comentario