Hace algunos días sucedió un
evento que me hizo considerar un tema al que no le he dado las vueltas
necesarias. Un amigo, y colega, me solicitó que lo tratara en psicoterapia. Mi
respuesta inicial fue que no. No obstante, y movido por su insistencia, reflexioné
un poco más y, finalmente, acepté.
Me sorprendió que un
psicoanalista aceptara tratar a alguien con quien mantenía una relación
extra-clínica. Cuando mi amigo me hizo la solicitud, y la reflexioné a fondo
(reflexión en la que sin duda mi mujer jugó un papel importante), recordé una
ocasión en que un psicólogo al que le tengo mucha estima y admiración me dijo:
“a veces me desespera poder haber ayudado a tanta gente, y no poder hacer algo
por mi familia”, refiriéndose a la imposibilidad de tratar a familiares.
Alcancé una idea que hasta entonces no había pensado (por básica que parezca):
debe existir algún modo de poner el saber psicológico al servicio de las
personas cercanas (familiares, amigos, etc.) en el marco de una experiencia
clínica. Partiendo de mis dos referencias (la de mi experiencia tratando a una
amiga y la de Etchegoyen tratando a su amiga y colega), pensé que la clave para
hacer posible el tratamiento de los cercanos está en tomar en cuenta los
siguientes puntos:
- La necesaria existencia de sesión(es) de encuadre y entrevista previas a las de tratamiento.([1])
- El imprescindible pago de honorarios.
- Cuando se trata a un conocido existen ya transferencias, por lo cual será determinante, más que estar a la expectativa de su aparición (como con un paciente desconocido), saber detectar su ubicación y movimiento (quién transfiere y quién contratransfiere y de qué modo antes de y durante el tratamiento).
- Facilitará el trabajo, en mi opinión, el acuerdo de un número definido de sesiones (en el encuadre); acuerdo que (junto con el de los honorarios) no podrá ser modificado en ningún momento del tratamiento bajo ninguna circunstancia.
Estas consideraciones, aunadas
obviamente a las que se emplean con los pacientes desconocidos, favorecerán la
relación terapéutica y facilitarán el establecimiento del trabajo psicológico.
Sobre los resultados del empleo
de esta propuesta tendremos oportunidad de hablar más adelante.
Hasta el próximo jueves.
Psic. Juan José Ricárdez.
Referencias
Etchegoyen, H. (1999) Los fundamentos de la técnica psicoanalítica.
Buenos Aires: Amorrortu.
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