viernes, 6 de junio de 2014

El sobreviviente y sus opositores

Sin duda el 2012 es un año de particular relevancia en la historia de México. En ese año se llevó a cabo la etapa más intensa de la campaña presidencial; concluyendo finalmente en la elección de la máxima autoridad del país. Al principio del sexenio precedente, parecía que la contienda por la presidencia tenía a tres participantes a los que sólo una catástrofe quitaría del camino: Enrique Peña (Pri), Camilo Mouriño (Pan) y Marcelo Ebrard (Prd). El primero como emblema de lo que se denominaba “El nuevo Pri”; el segundo por ser de la más irracional confianza de Felipe Calderón, y el último por el inicial autodescarte de contender una vez más por la presidencia que había hecho Amlo, además de mostrar un desempeño satisfactorio en el gobierno del Df. Así las cosas las catástrofes sucedieron: Mouriño murió y Amlo dijo que siempre sí. El único sobreviviente de la terna inicial fue Peña.

Hago este burdo recuento para poder situarnos en donde estamos e intentar entender qué está pasando en México. Observado así, tenemos que si algún sobrenombre puede dársele a Peña es el de “sobreviviente”. ¿Pero cómo le ha hecho un sujeto para sobrevivir a un entorno que le es totalmente hostil?, y además, ¿cómo le ha hecho si desde la primera etapa de su campaña presidencia (es decir, desde que era gobernador del Estado de México) ha dado muestra de no ser un erudito?; sin duda la respuesta no está en el análisis de él, sino en el del pueblo que coincide con él en este espacio-tiempo.

Enrique Peña Nieto no es un hombre que tenga una inteligencia superior a la del mexicano promedio (y eso lo notan todos); pero habrá que decir que tampoco es menos inteligente que aquéllos que le atacan. Cada vez que encuentro en Youtube un video mostrando los errores de Peña, me pregunto: ¿en serio éste es el nivel de quienes quieren que no sea el Presidente? Comentan con efervescencia y claman Revolución. Después se van a dormir y siguen sin hacer algo.

Me atrevería a clasificar a los rebeldes en tres niveles actualmente:
  • 1.      El patético: compuesto por personas ignorantes que se entregan gratuitamente a la moda de atacar al Presidente (o a lo que sea). Si uno habla con ellos y les pregunta su objetivo, sin vergüenza dirán que es que Peña renuncie a su cargo. Sus acciones se limitan a emplear al máximo las redes sociales para su campaña. En resumen, ellos atacan a la persona.
  • 2.    El respetable: Sujetos mejor informados y de mayor inteligencia que entienden que el asunto no es hacer una campaña contra Peña; sino contra lo que él representa (como se cansó de explicarlo el movimiento #Yosoy132); a ese Pri y esa clase política que se asume como la punta de la pirámide social. Lo que no les permite avanzar (y que los hace ser sólo una estrella fugaz -como invariablemente iba a ocurrir con #Yosoy132-) es que sus acciones, al igual que las de los opositores del Nivel patético, se limitan a la explotación de redes sociales y medios virtuales. Por eso ante la amenaza de censura en internet se les acaba el mundo.
  • 3.       Los admirables: Son los que están en lucha permanente en contra no de una persona (Peña), ni de un partido (Pri), ni de una clase (políticos); sino de un sistema socio-económico-gubernamental. Sus acciones son permanentes y se llevan a cabo en la vida real. No sólo están en contra de algo, sino que tienen una postura frente a la vida. Ellos no tienen campañas, sino una forma de vivir. Son muchos, pero su convicción muchas veces les complica alcanzar acuerdos entre ellos. Hablando de México, El Ezln, los anarquistas, y en su momento los comunistas,  son los que mejor representarían esta categoría.
No es difícil adivinar en qué nivel está la mayoría de los mexicanos; y con éllo entender por qué es que un sujeto como Peña (y muchos otros de peor calaña tanto en la vida política como en la del mexicano de a pie) logra sobrevivir. En México una persona es capaz de reírse de otra si confunde los títulos y los autores los  libros (es decir, si evidencia que no lee), si confunde las capitales de los lugares, si no habla con pulcritud inglés, si es irrespetuoso en una ceremonia oficial, si pesan sobre él acusaciones de misoginia, si se equivoca frecuentemente en sus discursos públicos… ¿Es en serio?, no sé, el chiste se cuenta solo.

      Hasta el próximo jueves.



      Psic. Juan José Ricárdez.


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