viernes, 23 de agosto de 2013

Sobre la asociación libre

Es bien sabido que Freud no fue el primero en postular la existencia de una región inconsciente dentro de la estructura psíquica (él mismo adjudicó este descubrimiento a los filósofos y poetas, cuya particularidad sensibilidad les permitía sugerir ya dicha existencia, así como a sus inspiradores, los médicos Breuer y Charcot). No obstante, sí corresponde al vienés el total mérito de haber desarrollado una propuesta científica (que comprende teoría y técnica) que permitía (y aún hoy permite) aproximarse a los contenidos inconscientes de la mente, y comprender los síntomas y trastornos derivados de su naturaleza.

En esta ocasión, me centraré en uno de los elementos técnicos distintivos del trabajo psicoanalítico: la asociación libe. Freud (1934) explica de éste lo siguiente:

“El analizando debe anular toda crítica a las ideas que se le ocurran y descuidar la necesidad habitual de una conexión lógica entre las mismas (…) se le pedirá al yo que calle, y bajo la promesa de que en su acceso a la consciencia sus derivados no encontrarán los obstáculos acostumbrados, se invitará a hablar al ello.” (p.73)

La comprensión de la técnica es sencilla, pero su surgimiento no resulta ser de fácil trámite. Las personas estamos acostumbradas a ordenar nuestras palabras tomando en cuenta muchas condicionantes: con quién hablamos, cuál es el tema tratado, en dónde estamos, etc., y lo hacemos así cotidianamente. Volver a los orígenes siempre implica un esfuerzo incómodo, y hablar “desorganizadamente” es parte de esto.

No obstante, la escucha psicoanalítica tiene la virtud de fomentar este tipo de comunicación. El analista (y posteriormente el analizando) aprende a encontrar en las piezas inconexas de las asociaciones, el sentido de lo que realmente se está diciendo. La palabra, que es la base de todo encuentro terapéutico y de toda transformación psíquica, representa el tesoro que los analistas se han negado a abandonar, no cediendo, con ello, al pragmatismo psicológico de centrarse en lo observable, y de actuar directivamente en el tratamiento de sus pacientes.

La asociación libre es el cimiento más sólido de la técnica psicoanalítica; y aunque si bien en ocasiones habrá que hacer adecuaciones específicas para cada tipo de paciente, jamás se le abandonará del todo, y es que, como cualquiera puede deducirlo, pocas cosas le son tan gratificantes al ser humano como sentirse escuchado; sentir que hay alguien comprende lo que se le está diciendo, aunque uno mismo no lo sepa.

Hasta el próximo jueves.


Psic. Juan José Ricárdez.



Referencias


Freud, A. (1984) El yo y los mecanismos de defensa. México D. F.: Editorial Paidós

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